El desarrollo tecnológico que la humanidad ha alcanzado es excepcional. Desde la revolución industrial del siglo XVIII hasta los avances de las ciencias actuales nuestro conocimiento y entendimiento del universo ha aumentado de formas antes inimaginables, trayendo consigo bienestar y mejorando la calidad de vida. Enfermedades han sido eliminadas y nuestra esperanza de vida es más larga que en ningún otro momento en la historia.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Para poder seguirle el ritmo al avance trepidante delconsumismo que trae consigo la civilización occidental hemos destrozado nuestros recursos y dañado la naturaleza de forma terrible.
Quizá sea esa la razón por la que no sorprenda que existan tribus en diversas partes remotas del mundo que, si bien tiene contacto con la civilización occidental y el desarrollo tecnológico, hayan decidido mantenerse a raya y llevar, en cambio, una vida más austera, en contacto con la selva y quizá, incluso, más feliz. Y quiero hacer incapie que me refiero al termino salvaje como la relación directa con la selva en un estado puro (que son personas que viven en la selva).
Las siguientes imágenes fueron tomadas por el reconocido fotógrafo británico Pete Oxford en una expedición realizada durante doce días en lo profundo de la selva amazónica del Ecuador. Se trata de una tribu guaraní perteneciente a un grupo de pueblos indígenas latinoamericanos que habitan los bosques y selvas de Paraguay, el noreste Argentino y se extienden hasta Brasil.
La población de esta tribu, que vive en las selvas cercanas al Rio Napo, que desemboca en el Amazonas, es de aproximadamente 4000 personas y hablan el idioma Quechua, muy extendido en Ecuador.
Las tareas tienen una clara distinción de acuerdo al sexo, mientras las mujeres se encargan de las tareas domésticas, la recolección de frutos, y la educación de los hijos, los hombres son quieres cazan el alimento.
Su dieta se basa en frutos y carne de mono, debido a esto, pasan mucho tiempo entre las ramas de los árboles, al grado que los pies de algunos de ellos se han adaptado a la perfección para facilitar trepar y aferrarse de ellas.
Utilizan largas cerbatanas y lanzas de madera para dar muerte a sus presas, entre las que se incluyen, además de los monos antes mencionados, tucanes y pecaríes o cerdos salvajes, si bien a los loros no les hacen nada y más bien los tienen como animales de compañía.
Aún cuando la tribu vive en una zona aislada, tiene contacto con el mundo moderno y existe un contacto periódico; sobre todo para vender artesanías a los turistas y compras algunas provisiones.
«En los últimos tiempos ha habido una gran reducción del número de las culturas indígenas y toda su experiencia acumulada a través del tiempo. La gente son cada vez más similares entre sí, y esto es muy preocupante. Una de las mayores alegrías de mi vida es pasar tiempo con la gente que realmente no se parecen a mí», — ha comentado Oxford acerca de su interés por esta tribu.
«Soy muy consciente de que me veo un extraño en los ojos de los guaraníes. Pero, aún así, me recibieron muy calurosamente y no dudaron en compartir conmigo todo lo que tenían», — continuó el fotógrafo.
El valor de estás imágenes no radica solamente en su belleza, sino también en que son una fuente de conocimiento increíble de formas de ver la vida a las que quizá no estemos acostumbrados, pero que son igual de válidos.
Sólo esperemos que se respete a esta y a otras tantas tribus que han decidido vivir de forma natural y en sincronía con la naturaleza misma.